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CUENTOS DEL TALLER LITERARIO «ALAS DE PAPEL»

Un soñador es aquel que tiene los pies bien puestos en la tierra y los ojos en las estrellas

LA ELEFANTA QUE QUERÍA SER JIRAFA

Selene Ailín Sione (13 años)

Había una vez una elefanta que vivía feliz en su pueblo. Un día, mirando la televisión quedó fascinada con el Gran Desfile «Jirafa`s Moda Show», con las mejores modelos de Jirafancho Dottof y Roberto Jirofandio.
- ¡Cómo me gustaría ser una famosa modelo! -decía la elefanta sin dejar de mirar el Show-.
Entonces se puso a pensar, ya que no podía sacarse esa idea de la cabeza. Pensó y pensó durante un largo rato, hasta que por fin se le ocurrió una gran idea, hacer una dieta.
Y desde ese día empezó a comer cada vez menos. Al principio iba todo bien tal cual lo había planeado… ¡si hasta se notaba más flaca al mirarse al espejo!. Pero el problema era que para hacer semejante sacrificio, tuvo que alejarse de sus amigos elefantes, porque éstos comían todo el tiempo y ella no podía resistir la tentación.
Así fue como empezó a quedarse sola, ya que sus amigos, cansados de que nunca quisiera salir con ellos, dejaron de invitarla.
- ¡Esto de ser flaca sí que cuesta mucho! –pensaba tristemente la elefanta-.
Pasó el tiempo, y después de muchos sacrificios, logró por fin estar mucho más flaca, pero también estaba ojerosa, un poco débil y mucho más fea, ya que un elefante flaco nunca puede ser muy lindo.
Sus vecinos del barrio la miraban extrañados… es que empezaba a verse muy diferente al lado de los de su especie, y esto llamaba mucho la atención.
Fue entonces que la elefanta pensó que ya nada tenía que hacer al lado de sus gordos amigos, y decidió irse a vivir a Jiraflandia, la ciudad de las jirafas, donde creía que ya estaba lista para convertirse en una Súper Modelo.
¡Pero que desilusión que se llevó! Todas las jirafas la miraban como a una extraña! y nadie aceptó incluirla en sus desfiles.
Es que para ser delgada como una jirafa, aún seguía siendo muy gorda, y para ser una verdadera elefanta… ¡estaba demasiado flaca!
Ahora se sentía peor que nunca, porque no sabía cual era su verdadero lugar, bueno, en realidad sí lo sabía, pero no estaba muy segura de querer aceptarlo.
Finalmente, después de mucho pensar, se dio cuenta de que lo que quería lograr era imposible, porque era como pedirle a una jirafa que sea tan gorda como un elefante… ¡eso nunca sería posible!. Y aunque lo fuera ¿se imaginan lo fea que quedaría?
- Cada uno es como es -reflexionó la elefanta- Lástima que no lo pensé antes de arruinar tantos meses de mi vida intentando ser otra, haciendo terribles sacrificios para convertirme en una modelo famosa, como esas altas y delgadas jirafas. Si era tan feliz antes, estaba rodeada de amigos, y todos me querían como era… ¿para qué cambiar mi imagen?. Si cada ser es único e irrepetible, ¿para qué quiero parecerme tanto a alguien que no soy? –sollozaba tristemente- Ahora estoy sola, triste, y arrepentida de todo lo que hice.
Y así fue que decidió volver a su pueblo, junto a sus vecinos y amigos, y pedirles perdón, porque últimamente no los había tratado nada bien.
Todos allí la perdonaron, y le organizaron una fiesta de Bienvenida, donde no faltaron tortas, pasteles, y muchas cosas ricas.
La elefanta, que ya estaba cansada de pasar hambre, comió de todo y se sintió muy contenta de volver a ser una elefanta «normal».
Y desde ese día ya no quiso parecerse más a nadie, sólo quiso ser ella misma… ¡Y así sí que vivió feliz!

© El huevo de chocolate


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